Cuando Jesús murió en la cruz, parecía que todo se había perdido. La muerte había ganado. Pero después de tres días en la tumba de un hombre rico, Jesús apareció… ¡vivo! La noticia fue tan sorprendente que sus seguidores se rehusaron a creerla hasta que lo vieron con sus propios ojos y tocaron sus heridas con sus propias manos.